El acto de arrancar, prender o iniciar un auto, ya sea mediante el giro de una llave o la presión de un botón, culmina con el sonido característico que confirma la puesta en marcha del motor.
Este proceso, que para el conductor es instantáneo, oculta una secuencia electromecánica de gran precisión y potencia. El componente central de esta operación es el motor de arranque, una pieza fundamental del sistema mecánico, comúnmente denominada la marcha de un auto.
Dicho elemento funciona como el catalizador principal que convierte la energía eléctrica almacenada en la batería en la fuerza cinética necesaria para iniciar la combustión.
¿Qué es exactamente la marcha de un auto?
La marcha puede ser concebida como un motor eléctrico increíblemente fuerte pero de acción muy breve. Su única y vital misión es iniciar el primer movimiento del motor de combustión interna.
Dicho de otro modo, tiene que vencer la inercia del motor, esa resistencia inicial a moverse, para que este pueda empezar a funcionar por su propia cuenta. De este modo, se presenta como el puente indispensable entre el sistema eléctrico, que es la batería, y el corazón mecánico del vehículo, que es el motor. Sin ese primer impulso eléctrico, el motor permanecería inerte, por más gasolina que tuviera en el tanque.
Aunque dura apenas unos segundos, el proceso de arranque, es una secuencia fascinante. Al accionar el encendido, se desata una cadena de eventos precisa. Primero, una señal eléctrica viaja hasta un componente de la marcha llamado solenoide. Este actúa como un interruptor y un actuador al mismo tiempo.
Como resultado de esa señal, el solenoide realiza dos tareas simultáneamente: por un lado, empuja hacia adelante un pequeño pero resistente engranaje llamado piñón Bendix; por otro, cierra un circuito de alta potencia que alimenta directamente al motor de arranque.
En consecuencia, el piñón Bendix se acopla con los dientes del volante de inercia, un disco pesado conectado al cigüeñal del motor. Justo en ese momento, el motor de arranque, ya energizado, gira con una fuerza descomunal, obligando al volante de inercia a rotar.
Este giro forzado es el que pone en movimiento los pistones, permite la primera admisión de aire y combustible y genera la chispa en las bujías. Es, literalmente, el despertar del motor.
Tan pronto como el motor alcanza las revoluciones mínimas para sostenerse por sí mismo, el conductor libera la llave, la corriente se corta, y el piñón Bendix se retrae a su posición de reposo, terminando su trabajo.
La analogía del carrusel para entenderlo todo
Para una mejor visualización, se puede establecer una analogía en la que el motor del auto es como un carrusel antiguo, de esos de feria que son muy pesados. Para ponerlo en movimiento, no sirve un empujón suave. Se necesita un impulso inicial muy potente para sacarlo de su estado de reposo.
En esta historia, la marcha es ese operador musculoso que le da el primer gran giro al carrusel. Utiliza toda su fuerza durante unos pocos segundos para que la plataforma empiece a girar.
Una vez que el carrusel (el motor) ha ganado suficiente momento y velocidad para girar por sí solo, el operador se aparta. Su trabajo, aunque crucial, ha terminado. La marcha, de forma idéntica, sólo interviene en ese arranque inicial.
¿Por qué falla y qué se debe escuchar?
Siendo una pieza que combina fuerza eléctrica y mecánica, la marcha está sometida a un gran estrés. Con el tiempo, sus componentes internos, como las escobillas de carbón o el propio solenoide, se desgastan. A veces, los dientes del piñón Bendix pueden dañarse.
Identificar una falla incipiente es fundamental. Los síntomas clásicos incluyen un “clic” metálico y seco al girar la llave, lo cual usualmente apunta a un problema en el solenoide o a una falta de corriente.
Otro síntoma puede ser un zumbido agudo sin que el motor gire, indicando que el motor de la marcha funciona pero el piñón no se está acoplando. Un arranque lento y dificultoso también podría ser una señal, aunque esto a menudo se confunde con una batería débil.
Un diagnóstico preciso puede ahorrar dinero al propietario y, sobre todo, evitar que el conductor se quede varado. Un mecánico sabrá diferenciar una batería moribunda de una marcha defectuosa, pero el oído del conductor es la primera línea de defensa.
